Si hay calidad en los productos que les ofreces a tus clientes, van a volver. Pero si les brindas calidad también durante la experiencia de compra, ten por seguro que te van a recomendar con sus conocidos.
Esa es la diferencia entre tener un valor agregado al momento de vender y no tenerlo. Igualmente, no tiene por qué ser un objeto material, puede estar en el trato y la atención personalizada que le ofreces a cada uno.
Solo vende lo mejor
Y lo que hayas probado antes para certificar la calidad del producto que estás ofreciendo. A la hora de adquirir mercancía, no compres porque el costo es menor. Al contrario, busca productos que hagan que tus clientes repitan sus compras contigo.
Atención personalizada
Trata a tus clientes con respeto, amabilidad y de manera personalizada. Cuando te comuniques con ellos, pregúntales cómo están y llámalos por su nombre. De esta manera se sentirán más en confianza con tu empresa y no habrá fricción durante las ventas.
Ten un proceso de compra sencillo
Los largos y complicados procesos de compras son engorrosos para cualquiera. Ayúdalos a entender cómo funciona tu empresa y bríndales acompañamiento completo en cada fase. Más que sentirse agradecidos contigo, tendrás un cliente que puede repetir su compra y que ya ha aprendido cómo hacerlo.
Piensa en los detalles
Agradece la compra, escribe un mensaje preguntando cómo le fue con el producto, ofrecele algo que pueda complementar su compra. Por ejemplo, si es alimentos, no está de más darles un recetario ¡Marca la diferencia y estarás por encima de la competencia!
Obsequia algo más
En las épocas importantes como Navidad, puedes consentir a tus clientes con un pequeño obsequio que les haga saber que cuentan contigo para el siguiente año. Puede ser una pequeña inversión, pero que asegurará un cliente contento y que seguirá como tu aliado comercial por más tiempo.